Hoy
volvieron las ganas de volar,
cuando
el sol y la luna compartían escenario.
Hoy
volvieron las ganas de volar,
cuando boqueaba,
exhausto, como pez en la orilla.
Hoy
volvieron las ganas de volar,
cuando
esperaba el cadalso de lo cotidiano.
Hoy
volvieron las ganas de volar.
Hoy
volví a oír sus aullidos.
Se
alejaba echando la vista atrás,
como
aquel que guarda esperanza,
que
espera ingenuamente ser correspondido.
Hoy
volvieron las ganas de volar.
Hoy
volvió la melancolía,
melancolía
de instantes que no me pertenecen.
La ilusión
en cada silencio.
El perdón
en cada error.
La
calma en cada imagen.
Hoy
volvieron las ganas de volar
y puedo
ver la leve curva que dibuja el horizonte,
acariciar
la sublimidad del efímero momento.
Volvieron
las ganas de volar.
No hay
lugar, hoy, para el ascetismo.
No hay
lugar para la conflagración interna.
No hay
lugar para el llanto o la desesperación.
Todavía
nos queda una última canción.
Que el
neón siga brillando por esta noche.
Baila
conmigo una vez más.
Javier Otero
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